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Luis Agüero Wagner

Fernando Lugo. Obama, Osama y el Obispo que asesinó a su monaguillo

Fernando Lugo. Obama, Osama y el Obispo que asesinó a su monaguillo


Osama, Obama y el Obispo que asesinó a su monaguillo

Luis Agüero Wagner
www.diariosigloxxi.com/firmas/luisaguerowagner

Cuando luego del operativo que acabó con la vida de Osama Ben Laden, y que desató en Estados Unidos muestras de euforia similares a las que se vieron en los territorios árabes cuando el 11 de Setiembre de 2011 fue atacado el World Trade Center, algunos analistas críticos se preguntaron si cuadraba que un Premio Nóbel de la Paz como Barack Obama anunciara exultante un asesinato a la prensa.
En el Paraguay, país donde la realidad siempre supera a la ficción, la paradoja fue más allá y no se trató de un premio Nóbel anunciando el asesinato de un terrorista, sino de un obispo festejando la muerte de su ex monaguillo.
Hagamos un poco de memoria.

Viva la muerte

Dice la historia que un fascista español, en una oportunidad repugnó a Unamuno vivando a la muerte, y otro tanto lo hicieron cada uno a su turno Obama y Fernando Lugo.
Alguien tan alejado de la crítica izquierdista como el futbolista americano Rashard Mendelhall, fue capaz de censurar la celebración del asesinato del célebre terrorista, otrora heroico aliado de Estados Unidos en Afganistán: “¿Qué tipo de persona celebra la muerte? Es sorprendente cómo la gente puede odiar a un hombre al que nunca escucharon hablar. Hasta el momento sólo hemos oído a una de las partes”.
Cuando el cura Fernando Lugo apareció en los medios festejando el asesinato de su ex monaguillo Severiano Martínez, devenido en guerrillero del Ejército Popular Paraguayo, el hermano del combatiente asesinado por la policía paraguaya lamentó que el presidente Lugo haya celebrado el asesinato de su hermano. El padre del rebelde abatido criticó con dureza al cura presidente, y dijo que jamás hubiera esperado algo así de quien fuera amigo de la familia, de alguien que en sus tiempos de Obispo hasta visitaba su casa para compartir la mesa.
“Le debieron agarrar vivo”, manifestó para luego pedir al mandatario respetar el dolor de la familia.
También denunció un montaje para encubrir un asesinato a mansalva.
“No me convence en ningún momento. Esto es un montaje que una vez más hace la policía”, manifestó entonces a los medios Rafael Martínez, hermano del guerrillero asesinado por orden del cura Fernando Lugo.
El Hermano de Severiano Martínez también criticó a las autoridades por “festejar” un asesinato, del mismo modo que Mendelhall lo hizo con Obama.
Rafael Martínez, calificó de “lamentable el festejo del presidente Fernando Lugo por el asesinato de su hermano” y criticó a las autoridades nacionales por no comunicarse con los familiares y dar parte de la muerte de Serveriano Martínez.
El fantasma del guerrillero asesinado por el luguismo pronto se insertó en la fantasmática popular, y cuando pocas semanas después Fernando Lugo fue diagnosticado como enfermo de un avanzado cáncer linfático, un sordo rumor atribuyó la enfermedad a una maldición de Severiano.


De héroe a Mártir


Uno de los episodios más célebres en la historia latinoamericana es el asesinato del héroe de la revolución cubana Ernesto Che Guevara en Bolivia, para simular su muerte en combate.
El 26 de septiembre, el ejército boliviano había emboscado a los hombres del Che cerca del poblado de La Higuera. Varios guerrilleros había caído en combate y el Che quedó herido en una pierna. 
El 8 de octubre de 1967, en una quebrada de los Andes en el sur de Bolivia, se oyó un nutrido fuego de metralla: Ernesto "Che" Guevara y sus guerrilleros se encontraban rodeados por el ejército boliviano
Luego, el 8 de octubre lo capturaron con dos combatientes y los llevaron a la escuela del pueblo. Las heridas del Che eran leves, y según recuerdan quienes hablaron con él, la dureza del amargo momento vivido no había hecho mella en su buen humor.
Mantener con vida al Che, no obstante, implicaba tener que juzgarlo y darle una gigantesca tribuna global. La prensa de todo el mundo estaría pendiente del juicio, y su voz resonaría como nunca en las páginas de los diarios de todo el globo. Desde el norte, se decidió dejar al guerrillero argentino-cubano sin cobertura mediática.
Al día siguiente, llegó en helicóptero un tal "capitan Félix Ramos" en uniforme de oficial del ejército boliviano y se encargó de los prisioneros. Dos horas después, el Che y los dos combatientes fueron ejecutados.
El tal "capitán Ramos" era Félix Rodríguez, un viejo agente de la CIA.
Rodríguez ordenó la ejecución del Che de modo que pareciera que cayó en combate, se robó su reloj como recuerdo y acompañó su cadáver a la base militar de Vallegrande. El 11 de octubre, después de cortarle las manos para comprobar con las huellas digitales que eran del Che, echaron su cadáver en una fosa cerca de la pista de aterrizaje de la base.
El procedimiento de los agentes del imperio con el revolucionario argentino-cubano estuvo lejos de lograr sus objetivos. En un memorando secreto de Walt Rostow al presidente Lyndon Johnson, le decía que la eliminación de Guevara tendría un “fuerte impacto en descorazonar futuras guerrillas”. Toda una consagración como profeta fracasado.
Hoy en la zona de Vallegrande y La Higuera incluso se descubre un profundo culto religioso al Che, a quien se erigen altares y hasta se rezan oraciones, quizás tan fervorosas como las de los cultores de su credo político en toda Latinoamérica.
No ha pasado mucho tiempo, y Osama ya ha insinuado que se convertirá para el mundo árabe en un fenómeno parecido.

Apenas a unas horas de saberse de la muerte de Ben Laden, más de un millar de personas se manifestaron en el centro de la capital sudanesa, Jartum, para alabar al fallecido líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. La multitud gritaba y cantaba "muerte a América".
"El islam llama a la lucha contra Estados Unidos porque apoya a Israel y a los judíos", dijo el jeque Abu Said Mohamed Hamza en la reunión en la que también asistieron miembros más jóvenes del gobernante Partido del Congreso Nacional del norte (PNC).
"Esperamos que todos los presidentes árabes sean como Osama Bin Laden", dijo mientras la multitud coreaba "yihad, yihad" y "muerte a América".
"Osama Bin Laden es nuestro hermano", añadió el jeque Abdul Hai Yusuf, otro clérigo radical.
La célebre estrella de rock Jim Morrison se planteaba en poemas como la Plegaria Americana, la disyuntiva entre planear un asesinato o comenzar una religión. 
Una bifurcación de senderos parecida se interpuso en el camino de los seguidores del cura Fernando Lugo, figura sagrada del culto pagano de estos héroes, otrora impoluto referente moral y partidario de la teología de la liberación, hoy traidor a la fe católica y desertor de la causa bolivariana, como lo hiciera notar el mismo Vargas Llosa. 
Lo que nunca imaginaron Lyndon Johnson, Fernando Lugo ni Barack Obama, era que podían optar por ambas cosas en simultáneo, y crear un nuevo culto ordenando un asesinato. LAW

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